Javier Livas / El poder del Tec

AutorJavier Livas

Como ex alumno de maestría del Tec de Monterrey considero que el gran poder de esta institución son los estudiantes que dominan las nuevas tecnologías de la comunicación. Como ex alumno de leyes de la UANL considero que la UDEM, UR y otras universidades también tienen ese poder y deberían ser convocadas a unirse a la iniciativa que el Tec ha lanzado.

El desplegado del Tec aparecido el miércoles reconoce que estamos ante un "problema extremadamente complejo, multidimensional" que requiere una solución integral. De esta parte del diagnóstico me pesco para hacer una propuesta concreta.

Yo no voy a decir que la sociedad mexicana es un organismo enfermo. Voy a decir que tanto los organismos como las sociedades sufren de males parecidos y que tienen que ver con la información y cómo se distribuye ésta en el organismo o en la sociedad.

La gran diferencia entre un organismo enfermo y una sociedad es que en el organismo las piezas individuales son células que no piensan ni tienen voluntad propia. Contrario a lo que muchos piensan, el ADN no es el cerebro de la célula, sino meramente la máquina copiadora que reproduce proteínas de acuerdo a señales que llegan del entorno. Esto convierte a cada célula en esclava de lo que respiramos y comemos ¡y hasta de lo que pensamos! Ello permite a la células usar el ADN para adaptarse al entorno exterior del hombre y en este sentido cada célula se muestra viva e inteligente.

El "organismo social" está compuesto de seres humanos, cada uno de los cuales tiene objetivos y voluntad propia. Éstos a su vez forman el organismo social y traen sus propios programas o reglas de actuación que han copiado de su entorno. Son reglas simples que rigen la conducta como "no juegues con lumbre". El adulto ya está lleno de reglitas diabólicas como "la política es sucia" o "el que no transa no avanza", etcétera.

En México no hemos creado reglas que digan "esto, un juez te lo resuelve". Los tribunales están construidos como atenuadores del descontento, como amortiguadores de la rabia, como pararrayos solamente. Esta falla básica es una generadora de reglas torcidas para cómo arreglar problemas o de cómo no confiar en nadie. Así, el "tejido social" deja de serlo para convertirse en un mar picado en el que cada quien lucha, a su manera, a su leal saber y entender, por mantenerse a flote.

En este México de instituciones prácticamente inexistentes sobreviene en forma natural la inseguridad, que es un...

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