El jardinero apóstol

AutorMarcela Gracía Machuca

Fotos: Claudia Susana Flores

1 José Amparo Sandoval, 69 años, jardinero, sin estudios, padre de 10 hijos. Una noche, a principios de los años 60, sintió a Jesús de Nazaret que le decía: "Ven y sígueme".

"Pero necesito saber leer y escribir, y es lo que yo no sé", pensaba el jardinero. "¡A qué le voy a tirar!".

El llamado era más fuerte y el jardinero se entregó, consagró su oficio y su familia, agradeció cada fortuna e infortunio, y su Cristo le fue marcando los caminos.

2 En los rincones de su memoria conserva sólo dos cosas, la imagen de su madre rezando el Rosario en Presa de la Higuera, ranchería de Matehuala, San Luis Potosí, y el trayecto de los viajes que hacían todos sus hermanos con ella al pueblo. De su padre no recuerda nada.

El tenía seis o siente años cuando ambos murieron, Pepe Amparo nunca supo de qué.

Como era el más chico, los hermanos mayores y medios hermanos se ocuparon de él por temporadas. Así anduvo el más pequeño de los huérfanos, de un lado a otro, sin sentir pertenencia en ningún sitio.

Siendo muy joven, regresó a Presa de la Higuera para casarse, en 1956, con Cresencia Bocanegra, a quien conocía desde niño. Sólo estuvieron siete años ahí, su éxodo empezó en San Luis y siguió en Monterrey.

"Estaba tan difícil la situación para vivir, que veíamos un porvenir que nos esperaba muy difícil, primero me vine yo y a los dos meses ella.

"Y así anduvimos, unos días en la construcción, otros días en la plomería, luego, ya después me metí de lleno a los jardines".

Vivían en la Colonia Zapata, de San Pedro, tenía 25 años, y en ese tiempo el municipio daba clases gratuitas de jardinería, agricultura, fumigación y tratamiento de plantas, así que Pepe Amparo y un cuñado fueron a tomarlas, ese día se enamoró de su oficio.

Entre sus principales trabajos estaban los jardines de la casa de don Jesús Elizondo, en San Pedro, patrón que muy pronto se convirtió en más que un amigo, un hermano de fe.

Don Jesús lo invitó a un retiro espiritual a una casa entonces campestre, llamada San Benito del Lago.

Se trataba del Movimiento de Cursillos de Cristiandad, algo muy extraño para el jardinero, pues es una organización de la Iglesia católica que busca provocar la renovación espiritual y la conversión de los católicos, principalmente de los líderes naturales de la sociedad, hasta la fecha sólo pueden asistir personas invitadas y recomendadas por alguien que conozca muy bien el espíritu de la agrupación.

3 Estos retiros espirituales de tres días siempre han estado envueltos por una especie de halo de misterio, nadie que vaya puede platicar detalles y hay un mito alrededor de ellos: "Todo el que va llora y regresa siendo otro".

No es una regla...

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