James J. O'Donnell / Por la cooperación académica

AutorJames J. O'Donnell

El Siglo 20 fue construido sobre un gran mito costoso, el mito de la autodeterminación nacional. La idea del Presidente Woodrow Wilson parecía sencilla y virtuosa: dejar que los pueblos vivan solos y se gobiernen a sí mismos. Los límites nacionales cercarían a pueblos homogéneos y los viejos imperios se dividirían en sus partes constitutivas.

Los beneficios de la libertad son innegables, pero también lo son los costos de la exclusividad étnica. ¿Europa Oriental ha sido más feliz sin el imperio de los Habsburgo? ¿Medio Oriente sin los otomanos? Es difícil afirmarlo. Incluso los estados postsoviéticos de Europa Oriental y Asia Central tienen un historial variado hasta la fecha.

Pero los límites que fueron creados después de la Primera Guerra Mundial, cuando los viejos imperios se resquebrajaron, han resultado asombrosamente robustos y resistentes. Mover una línea trazada en el pasado resulta ser difícil y la historia de la era después de la Segunda Guerra Mundial ha sido la historia de una multiplicación de estados nación y la delineación de nuevas fronteras.

Pero esas mismas fronteras se vuelven cada vez más irrelevantes. No sólo quedan pocos estados homogéneos, sino casi todas las nacionalidades viven esparcidas en el mundo, muchas veces lejos de su patria.

En Estados Unidos, existe una vieja historia de acoger a (y a veces abusar de) los inmigrantes, pero los "trabajadores huésped" de Europa y Medio Oriente a un extremo de la escala social y los ejecutivos de las empresas multinacionales al otro son fuerzas sociales cada vez más importantes: viviendo en un lugar y bajo un gobierno pero aferrándose a sus vínculos con una patria y una cultura a menudo muy diferentes a las de su lugar de residencia.

Tal diversidad crea tensiones, no cabe duda. Pero a pesar de todos los temores causados por el estado actual de los asuntos entre las naciones, nadie puede ni debe esperar que la gente alguna vez vaya a vivir tranquilamente dentro de las fronteras creadas hace décadas o siglos. El hecho es que las fronteras se están volviendo irrelevantes.

En Norteamérica, hemos vivido desde hace mucho tiempo con dos líneas muy marcadas separando Estados Unidos de Canadá y de México. Hoy en día, esas líneas son fortalecidas, defendidas y olfateadas para detectar sustancias tóxicas como nunca...

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