¿Hiperactividad o ansiedad?

AutorRamón Clériga

Lamentablemente hay demasiados niños de quienes se afirma que padecen un trastorno por déficit de atención y eso tiene que ver con un incremento de la necesidad de soluciones rápidas.

En este trastorno, al niño le cuesta mucho concentrarse, no puede seguir una lectura o una secuencia de juego acorde con su edad y se mueve aparentemente sin motivo. En los niños pequeños, es normal que su atención sea breve y que pasen de una lectura a otra o de un juego a otro.

Las causas

En un mundo en el que predomina la velocidad en la resolución de problemas, hay una tendencia errónea a focalizarlo en una sola causa: una posible alteración cerebral. Pero en una gran parte de los niños diagnosticados con trastorno por déficit de atención, las causas no son neurológicas sino emocionales.

Así, muchos menores sufren por una situación de ansiedad familiar y responden con un síntoma: no atienden, no se concentran. En esos casos, tratarles con un medicamento no sólo no está indicado, sino que es perjudicial, porque aparentemente mejoran, engañosamente pueden concentrarse más, pero los motivos reales por los cuales fallan en su atención no se tratan.

Y entonces, ¿qué hacer?

Cuando no hay un trastorno neurológico, el tratamiento consiste en psicoterapia con el niño y entrevistas a los padres para averiguar qué es lo que ha originado esa hipermovilidad y ese exceso de ansiedad.

Hay que hacer sesiones individuales al pequeño en las que pueda expresar, a través del juego o del dibujo, los conflictos que expresa a través de su "no poder estar ni un minuto quieto".

Esos conflictos le producen angustia y su única manera de manifestarlo es moviéndose continuamente, tocando las cosas, durmiendo mal y con otros síntomas que se incluyen en este síndrome.

En las primeras sesiones el niño juega, toca y deja objetos, empieza a armar construcciones y las abandona sin terminarlas, va al baño varias veces sin necesidad, pide agua aunque no tenga sed, no puede quedarse quieto.

Pero una vez que comienza a expresar sus conflictos, cuando puede manifestarlos a través de la palabra, los dibujos y los juegos, notamos que empieza a concentrarse y puede dedicar más tiempo a una actividad, y si hay la colaboración de los padres, en poco tiempo el niño que era un torbellino está más atento, más tranquilo y tiene mejor rendimiento escolar.

La duración de los tratamientos

Si la hiperactividad se debe a un trastorno neurológico es probable que necesite llevar una medicación larga, pero si el...

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