Guerra en Nueva York

AutorTom Verducci

SPORTS ILLUSTRATED

El ensayo general para el Armagedón fue un éxito. El beisbol celebró seis juegos de Series de Campeonato de la Liga en ocho días en la Ciudad de Nueva York la semana pasada sin llamar una sola vez siquiera a la oficina del examinador médico.

Eso se logró con la ayuda de aproximadamente 600 oficiales de policía uniformados, muchos de ellos luciendo equipo antimotines completo; perros detectores de bombas; vendedores de puestos quienes, mientras se esfuerzan por acatar los señalamientos de no escupir colocados detrás de sus mostradores de comida, les quitaron los tapones a las botellas de agua para que sus clientes no las utilizaran como municiones de artillería; la mayor reunión de celebridades fuera de la entrega de los Oscares; aficionados de mirada enloquecida con una obsesión/compulsión sobre la conjugación del verbo "apestar" y un inmenso camión de basura propiedad de la ciudad posicionado para evitar el paso de vehículos de los aficionados de los Mets potencialmente dedicados a carreras suicidas en busca de autógrafos.

El camión bloqueó la entrada al estacionamiento de los jugadores cerca del jardín derecho del Estadio Shea y a medida que los jugadores llegaban a su trabajo, el camión se quitaba de enmedio, permitiéndoles pasar, y luego volvía a su posición defensiva.

Les guste o no -¿y hay alguien en medio?- esto es beisbol estilo Nueva York: Ofensivo, exagerado, provinciano y un poco peligroso. Como Clemens alguna vez escribió sobre este lugar, "Hay algo sobre este incesante movimiento y apremio y alboroto, que mantiene a un extraño en un estado de emoción insana en todo momento y que lo vuelve inquieto y ansioso". Ese Clemens sería Samuel, también conocido como Mark Twain, y no Roger, el lanzador derecho de un hit y 15 ponches de los Yanquis.

La descripción de Clemens también se aplica al tipo de beisbol jugado la semana pasada por los Yanquis y los Mets mientras forjaban su camino hacia un enfrentamiento de Serie Mundial intramuros que tardó dos generaciones.

Gracias al cielo, el incidente más alocado de la semana pasada fue el pitcheo del novato de los Cardenales de St. Louis Rick Ankiel y la única ocasión en que los perros detectores de bombas ladraron con alarma fue antes del Juego 4 en el Estadio Shea cuando detectaron el aroma del lanzador derecho de St. Louis Darril Kile cuando entró al estadio antes de permitir siete carreras en un incendiario lapso de tres entradas.

Ahora es cuando verdaderamente empieza...

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