Guadalupe Loaeza / La píldora

AutorGuadalupe Loaeza

El 9 de mayo de 1960 (la víspera del Día de las Madres en México, y el mismo día en Estados Unidos) se cumplieron 50 años de la aprobación de la píldora por la FDA (Administración de Alimentos y Drogas, en inglés), cuyo nombre comercial era Enovid, de los laboratorios Searle: "Fue el primer medicamento diseñado para tomarse diariamente por personas que no estaban enfermas. Su principal inventor, un católico conservador... (la píldora) fue acusada por iniciar la revolución sexual. Sus partidarios anhelaban que al no haber niños no deseados, los lazos matrimoniales se fortalecerían.

"Sin embargo sus críticos, todavía cinco décadas después, acusan a la píldora de haber dado lugar a la promiscuidad, el adulterio y la ruptura de la familia", escribe Nancy Gibbs, la súper editora senior de la revista Time de esta semana, cuya portada y artículo central están dedicados al aniversario número 50 de la píldora (The Pill, so small. So powerful. And so misunderstood. La píldora. Tan pequeña. Tan poderosa y tan incomprendida).

Como dice la articulista Karin Zeitvogel, de la AFP: "la píldora brindó a las mujeres la libertad de decidir cuándo querían tener hijos y cuántos, y esta elección cambió sus vidas. Antes de la píldora, los embarazos no deseados eran el mayor obstáculo para las jóvenes para acceder a una titulación universitaria".

¿Cuál es la relación de las mujeres de la generación de la posguerra, las llamadas baby-boomers, como yo, con la píldora? Para las católicas muy conservadoras, era pecado. Tomar la píldora era fornicar con permiso. Era gozar sin culpa. Era, en resumidas cuentas, un boleto al infierno. "Tuve muchos hijos porque quería que mi marido se hiciera responsable", solían decir las señoras de los 40, madres de 12 hijos. "Entre más hijos, más posibilidades de que me mantengan cuando sea vieja", comentaban muchas de ellas. O bien, pensaban que los hijos eran "un regalo de Dios".

No hay que olvidar, sin embargo, que en los 50 la Iglesia católica había ya aceptado el método del ritmo como una forma válida de planeación familiar, el problema era que esta "ruleta vaticana" estaba muy lejos de ser infalible; ¿por qué?, porque, entre otras cosas, hay muchas mujeres con ciclos menstruales irregulares. Había, entonces, que buscar un método efectivo, cómodo y práctico para evitar el embarazo.

Según Nancy Gibbs, "en 1962, cuando el Papa Juan XXIII organizó el Concilio Vaticano Segundo, muchos líderes laicos y religiosos anticiparon una...

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