Guadalupe Loaeza / Un domingo en San Carlos

AutorGuadalupe Loaeza

Para Federico Campbell.

"No sabemos lo que tenemos", me dijo muy serio Enrique en tanto admirábamos el magnífico óleo "La cacería de venados", de Rubens (donación de un ex Presidente de la República, ya que el acervo del museo se ha enriquecido con lo que ha recibido desde el siglo 19).

Nos encontrábamos en la colección permanente del Museo Nacional de San Carlos. Era domingo y la tarde estaba espléndida. La luz del sol entraba por todas las ventanas del maravilloso Palacio del Conde de Buenavista, cuya construcción, atribuida al valenciano Manuel Tolsá, se llevó a cabo entre los años 1798 y 1805.

Al entrar en este magnífico edificio, regalo de Maximiliano a Achille Bazaine y a su ahijada, Pepita de la Peña, por su matrimonio, de pronto recordé aquella carta que le escribiera el Mariscal a su hermano el 29 de marzo de 1865, y en la cual le decía: "Querido Adolfo: Mi carta de ayer ya estaba escrita y en el correo cuando el general Almonte llegó de parte del emperador a proponerme la mano de la Srita. Josefa de la Peña, encantadora jovencita de 18 años, sobrina de un Presidente de México (Pedraza) y del prefecto de México, a condición de que me entreguen el palacio de Buenavista que vale 700 mil...". Tenía razón el mariscal francés, cualquiera se hubiera casado con Pepita con esa dote tan monumental.

¿Será cierto que no sabemos lo que tenemos los mexicanos y por eso no asistimos con la frecuencia que deberíamos a nuestros museos? ¿Cómo es posible que estén tan solos, en el Museo de San Carlos, Rubens, Van Dyke, Hals, y otros grandes maestros de la escuela flamenca o pintores españoles de diversas épocas como Berruguete, Francisco de Zurbarán, Pierre Ribera o Goya?

En la sala dedicada al Barroco italiano y español hay que destacar el "Retrato de hombre", del Tintoretto, y el "San Juan Bautista niño", de Ingres. Hay que decir que la curaduría y la museografía son impecables. "Enrique, estamos en un museo del primer mundo y pocos lo saben", le decía a Enrique entre eufórica y frustrada por ver el museo casi vacío.

Una que otra pareja de personas mayores se extasiaba frente al "Adán y Eva" de Lucas Cranach. Una parte de la colección permanente alberga varias aguafuertes de la serie "Caprichos", de Goya. ¡Son maravillosos e impresionantes! Casi todas estas obras de arte podrían caber en cualquier museo europeo.

Para ese momento todavía no habíamos entrado a la sala dedicada al "Manierismo. El arte después de la perfección". Una...

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