GLOSAS MARGINALES / Grecia: ¿Drama sin fin?

AutorEverardo Elizondo

Si por cada una de las palabras dichas y escritas sobre el problema de la deuda externa de Grecia, se hubiera aportado un euro a un fondo de apoyo financiero, la solución estaría a la vista. "Talk is cheap", dice un refrán popular en Estados Unidos. "Ink is cheap", puede agregarse. (Desde luego, yo tampoco voy a contribuir en forma pecuniaria al rescate). Desafortunadamente, el asunto no gira alrededor de discursos, ensayos, artículos, panfletos y slogans, sino de recursos reales. El punto clave es político y es muy simple: ¿quién va a pagar?

Algunas respuestas a la pregunta anterior se han planteado en términos falsos: el pobre pueblo griego versus las ricas instituciones financieras internacionales. No es así. Tarde o temprano, directa o indirectamente, lo que no paguen los griegos terminará impactando sobre las finanzas públicas de los países acreedores. Esto último equivale a decir que pagarán los contribuyentes respectivos. El alivio que reciba Dimitrios lo resentirán Hans, Pierre, Onni, Daan y compañía. Resulta lógico, entonces, que los afectados potenciales y sus representantes políticos no estén de acuerdo.

Hace varios años, cuando estalló la Gran Recesión, al participar en un panel convocado por el ITESM, me atreví a señalar que el origen de la cuestión era un arreglo institucional inconsistente. En concreto, dije, los miembros de la Eurozona habían cedido su autonomía monetaria al Banco Central Europeo, pero los gobiernos retenían su independencia fiscal. Algunos de ellos la usaron con prudencia; Grecia, no. Específicamente, los griegos aumentaron el gasto público en una burocracia hipertrofiada y en toda suerte de programas sociales clientelistas. El déficit presupuestal creció mucho más allá de los límites acordados en el Tratado de Maastricht, y se financió con endeudamiento externo creciente. Al respecto, en determinado momento, las autoridades financieras griegas incluso falsearon la información. Y vino la crisis.

Cuando estalló el problema, los acreedores llegaron a un arreglo con Grecia, que incluía una serie de condiciones de reforma, unas de naturaleza fiscal y otras de índole estructural. No hay duda de que fueron estrictas, quizá en exceso. Ahora, los críticos (a la J. Stiglitz) culpan a las medidas correctivas de la depresión y el desempleo que han caracterizado a la...

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