Gilberto Rincón Gallardo / Eutanasia, no eugenesia

AutorGilberto Rincón Gallardo

En México parecemos condenados a incurrir en una confusión de lo más frecuente que es la que se da entre derechos y obligaciones. Cuando aparece la propuesta o la defensa de un derecho, siempre habrá alguien que se oponga a éste sosteniendo que se hará obligatorio su cumplimiento. Así, cuando muchas mujeres exigen la despenalización completa de la interrupción del embarazo, se les dice que en realidad quieren que "el aborto sea obligatorio"; o cuando se estipula que las personas podrán tener a su disposición la "píldora anticonceptiva del día siguiente", se dice que se promueve la promiscuidad de la población, como si ser promiscuo fuera una orden del Estado.

Un derecho es optativo, está sujeto en su ejercicio a la voluntad de las personas, a su hacer u omitir. Una obligación, por el contrario, no se presta a la decisión: tiene sencillamente que cumplirse y no deja espacio para la libertad. En la agria disputa que hemos tenido en los últimos días en México acerca de la eutanasia, ésta ha sido en efecto la confusión más frecuente. Quienes atacaron el proyecto de ley que permitiría la posibilidad de la eutanasia en el DF argumentaron con frecuencia como si se tratara de una norma obligatoria, y no de un derecho que la gente podría elegir o rechazar.

Lo llamativo de esta discusión fue tanto su condición explosiva como su carácter efímero. La Iglesia católica decidió lanzar una amplia campaña que utilizó un lenguaje duro y excesivo. Su equiparación de eutanasia y asesinato llevó la discusión a un terreno de posturas morales irreductibles, presentando esa posible legislación como una razón para la desobediencia civil y la objeción de conciencia. No habló de libertades que pueden o no ejercerse, sino de crímenes absolutamente inaceptables. La Iglesia asumió que su idea de la vida, y en particular de la vida digna, debe ser obligatoria para toda persona en el País.

Nadie en su sano juicio y con un mínimo sentido de tolerancia podría negar el derecho de una iglesia a defender sus puntos de vista acerca de la vida y de las obligaciones morales de sus fieles. Un genuino creyente, según esta lógica, debería abstenerse en todo momento de recurrir a la eutanasia, aun cuando ésta estuviera legalizada. Pero el problema es que se estaba discutiendo un proyecto de ley y no un capítulo de la moral religiosa, por lo que el bloqueo que al final sufrió el proyecto termina por afectar las libertades de todos.

El problema de fondo en esta discusión, que es el...

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