Gabriel Zaid / Mapas de la corrupción

AutorGabriel Zaid

Como era de esperarse, el combate a la corrupción desde Los Pinos fracasó. La inútil Secretaría de la Función Pública, inventada como Secretaría de la Contraloría por el Presidente Miguel de la Madrid en 1982, fue suprimida 30 años después. Misión imposible: la corrupción no era una plaga del sistema político mexicano, era el sistema.

Nunca hizo falta una burocracia adicional para atrapar a los funcionarios corruptos. Se sabía quiénes eran, y estaban advertidos; no para encarcelarlos, sino para tenerlos chantajeados y sumisos. Lo importante era el respeto al principio estructural del sistema: el Supremo Árbitro es el dueño del queso. A su arbitrio lo parte, lo reparte y se queda con la mayor parte.

Siempre se supo que crear trámites crea oportunidades de extorsión. De buena o de mala fe, sirven para que nadie pueda hacer nada sin permiso. Hasta la sociedad contribuye diciendo que esto y aquello no deberían permitirse. Los dueños del poder responden encantados a las demandas populares. Crean nuevos y más perfectos enredos.

Así respondió Miguel de la Madrid al clamor contra la corrupción que escuchó en su campaña presidencial. Prometió una "renovación moral de la sociedad". Organizó foros de consulta sobre el tema. Contrató expertos para diseñar un arma nunca vista. Y le entregaron la Carabina de Ambrosio: una contraloría interna que, supuestamente, acabaría con la corrupción reduciendo los trámites y haciéndolos depender de un segundo piso de metatrámites.

El Contralor nunca perdió el respeto a las jerarquías. Otro Secretario de Estado contaba socarronamente que, ahora sí, todo se renovaría. Que le hablaron de la Contraloría para ver a quién quería que le asignaran para vigilarlo... El respeto fue evidente cuando el Washington Post del 15 de mayo de 1984 publicó que don Miguel tenía en cuentas suizas 162 millones de dólares ("Mexico makes its presidents millionaires"). El Contralor no dijo pío. Se comprende que en 30 años no cayera un solo pez gordo: puros charalitos -como dijo otro Contralor-.

Ni el Poder Ejecutivo ni el Legislativo ni el Judicial han demostrado capacidad de autodepurarse. El combate a la corrupción tiene que ser emprendido por la sociedad desde abajo y desde afuera. Los simples ciudadanos deben empezar por los charalitos. Los peces gordos pueden ser enfrentados por la gran prensa, las grandes empresas, los intereses extranjeros y los peces gordos contrarios. Lo que está al alcance de grupos voluntarios es sanear...

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