Gabriel Zaid/ México en el Consejo de Seguridad: Hacia un gobierno mundial

AutorGabriel Zaid

Los argumentos para que México vote en contra de los Estados Unidos o se abstenga, en el Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas, se pueden reducir a tres, que vienen de una larga tradición de política exterior.

  1. La soberanía de los Estados es un principio sagrado. México debe defender la soberanía de Iraq por principio y como afirmación de la suya.

  2. En el mundo internacional, México tiene principios, no intereses. Su interés se reduce a evitar agresiones, porque en el exterior no hay oportunidades, sino peligros.

  3. Los Estados Unidos nos han hecho y nos siguen haciendo barbaridad y media. Se sienten con derecho a la sumisión mexicana. Podemos hacer poco contra su prepotencia, pero debemos realizar actos simbólicos que afirmen nuestra dignidad.

Sobre estas posiciones, que son esencialmente defensivas (el repliegue de un país que se siente víctima), hay que decir, en primer lugar, que la soberanía de los Estados no es un principio sagrado, ni moral. Es un principio operativo práctico, y hasta cínico, de Realpolitik. Hay que imaginarse lo que sería el vecindario, si todo vecino tuviera derecho a intervenir en cómo educan a sus hijos las otras familias. Pero no hay derecho a cruzarse de brazos si un niño pide auxilio porque lo están matando. Afortunadamente, la conciencia pública mundial va imponiendo el respeto a los derechos humanos y el rechazo a la guerra, lo cual de hecho niega la soberanía de los Estados y es como pedir un gobierno mundial.

Alejandro y los césares soñaron en la monarquía universal. Dante la consideró necesaria para la paz, porque un litigio entre dos príncipes no puede resolverse pacíficamente, si no hay "un tercero con mayor jurisdicción" (La monarquía, I, 10). Kant la propuso como una especie de república de repúblicas que renuncian a la guerra y se someten a la federación para dirimir sus litigios (La paz perpetua, II, 2). En la práctica, hasta hace poco, la única forma de intervenir por encima de los Estados ha sido el imperialismo. Con alguna ventaja: las relaciones entre los Estados dominados por un imperio, si no son justas, tampoco son enfrentamientos armados. Las guerras estallan fuera de los imperios, en las zonas externas disputadas por éstos.

La Liga de la Naciones, organizada por los vencedores de la Primera Guerra Mundial, pretendió realizar el sueño de Kant y tuvo algunos éxitos, pero no pudo imponer el desarme, parar las invasiones de Hitler y Mussolini, ni impedir la Segunda Guerra Mundial. Al terminar ésta, los vencedores organizaron las Naciones Unidas con el mismo propósito, y empezaron mal, al crear un problema que ha venido empeorando: la partición de Palestina. Pero, en los últimos...

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