Desde la Sinagoga/ La fiesta de Pesaj

AutorRabino Moisés Kaiman

El Pesaj (Pascua) es la festividad que conmemora la relación del pueblo de Israel y su esclavitud. La Hagadá es el libro que relata esta historia y se lee la primera y segunda noche de Pesaj.

La Hagadá es un libro eterno, cuyo mensaje de opresión y emancipación de la esclavitud ha tenido un eco inmortal en la larga y difícil trayectoria de nuestro pueblo a través de la historia.

En la semana de Pascua no comemos pan con levadura, como se lee en la Hagadá: "Esta Matzá (pan ácimo) que comemos significa que es la masa de nuestros antepasados que no tuvieron tiempo de leudar. Al presentarse el Rey de los Reyes, Dios el Santo Bendito sea, nos liberó". Según está dicho, cocieron de la masa que sacaron de Egipto tortas Matzot porque no había leudado, ya que fueron echados de Egipto y no pudieron detenerse ni siquiera para preparar alimentos.

Así que durante los ocho días que dura esta fiesta no comemos pan con levadura. Otra costumbre es comer hierbas amargas como dice en La Hagadá: "Esta verdura que comemos significa que los egipcios amargaron la vida de nuestros antepasados en Egipto, pues dice: 'Y amargaron sus vidas con trabajo pesado en barro y ladrillos, y en toda labor del campo'".

La pregunta es, ¿por qué en esta fiesta de la libertad, donde se reúne toda la familia, el papá se siente como rey, la mamá como reina y los hijos como príncipes, se deben comer hierbas amargas?

Y en esta noche decimos: "Bendito sea el Señor, Dios nuestro, Rey del Universo, que nos santificó con sus Preceptos y nos ordenó comer hierbas amargas". La respuesta es que como vivimos como gente libre y algunas veces nos sentimos reyes, Dios nos obliga a comer estas hierbas para que no nos olvidemos que aún en nuestros días, hay gente que sufre, pasa hambre, enfermedades y guerras. Entonces, es nuestro deber ayudarlos para que vivan como gente libre y feliz.

Por eso en esta fiesta es un deber comer hierbas amargas para sentir la amargura que tuvieron nuestros antepasados y poder ayudar a la gente pobre y endulzarles la vida a ellos. Debemos pedir a Dios que hoy no sepan de estas amarguras y llegue el día en que todo el mundo sea realmente libre y feliz.

En la antigüedad, existían en Europa muchos pordioseros que pedían limosna de casa en casa y de pueblo en pueblo. Hay una historia que nos cuenta la vida de dos...

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