Federico Reyes-Heroles/ Quiebre

AutorFederico Reyes-Heroles

En los próximos días, el mundo fijará de nuevo posiciones frente al conflicto de Iraq. El voto contrario a la guerra por parte de México es cada día más viable y más conveniente. El escenario cambia día a día. La diplomacia se juega sus últimas cartas. El tiempo ganado ha ido clarificando posturas. George Bush afirmó estar decidido a entrar a la guerra con o sin la aprobación del Consejo de Seguridad.

El desplante tuvo un doble efecto: por un lado revivió la discusión interna, la gran mayoría de los estadounidenses sólo aprueba la acción después de recibir el aval del Consejo. El otro efecto fue desnudar el aterrador desprecio de Bush por Naciones Unidas. Con ello erizó los cabellos de más de uno de sus aliados que imaginaron a la superpotencia sola, sin ningún contrapeso, pisoteando el mundo a diestra y siniestra. Eso también está en juego.

Dos reacciones muy visibles fueron las de Francia en el Consejo de Seguridad aludiendo ya no sólo al conflicto con Iraq, sino sobre todo a la amenazante actitud imperial en solitario. Otra fue la del suave primer ministro canadiense, hecha en Washington, advirtiendo que su país, por principio, no podría acompañar ninguna acción que dañase a Naciones Unidas. Rusia casualmente recordó su poder de veto. ¿Para qué tanta discusión sobre Iraq si en realidad lo que está sobre la mesa es si los EU están dispuestos a atenerse a algún tipo de normatividad? Ese es el meollo.

Ellos aceptaron las inspecciones como mecanismo de desarme. Al esperar los resultados validaron la acción, pero cuando éstos fueron contrarios, en el mejor estilo de irresponsabilidad infantil, los impugnaron. Hans Blix se vuelve a presentar, pero ahora con la destrucción iraquí de ciertos misiles y da información que permite vislumbrar un avance. Pero nada basta. La advertencia urbi et orbi de Bush llevó la discusión a otras latitudes. Simplemente presionó demasiado.

El ultimátum estadounidense, británico y español no operó como tal, se desgastaron. Vino una reconsideración nada menos que en boca de Jack Straw: más días para el desarme. No en balde el 80 por ciento de la opinión pública inglesa no apoya la postura de su gobierno. La sonora amenaza de Bush actuó como un polarizador de las posiciones pendientes, México probablemente incluido en la lista. Allí el quiebre. Va desde abajo.

Después del 11 de septiembre, los EU obtuvieron un respaldo internacional sin precedente. La guerra contra el terrorismo unió a muchos que en otras...

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