Proyecto Familia / Tu hijo se va a casar: Ayúdale, no estorbes

AutorLucy Garza de Llaguno

Hace casi seis meses se casó mi hijo mayor, y desde entonces empecé este artículo que me compromete a compartir mis experiencias durante los preparativos de su boda. Pero hasta hoy me decidí a contarlas.

"¿Estás triste? No te hagas la fuerte y llora. Hazlo mucho antes de la boda, para que ese día no se te corra el maquillaje ni salgas en las fotos con los ojos hinchados...". "Las mamás de los novios siempre entregan a su hijo apesadumbradas, pues saben que ya lo perdieron, la novia lo arrastrará a su casa...". ¡Vaya consejos!

Claro que duele el desprendimiento de los hijos, se extraña la presencia de ellos día a día, pero a los hijos los educamos para la libertad, para que con el ejemplo y formación de la familia que hoy dejan, puedan formar la suya.

Es parte del ciclo vital de la familia: se encuentran dos en el amor que se esforzarán por ser pareja, llegan los hijos, los forman, se van los hijos, los dejan ir... Y finalmente, el nido se vacía y los esposos se reencuentran.

Los que se separan del núcleo familiar empiezan un nuevo ciclo, así trascienden los valores y las personas en el tiempo. Es la ley de la vida.

RECONCILIAR DIFERENCIAS

Como en cualquier celebración, existen muchos detalles en los preparativos de una boda. Hay que tomar decisiones importantes y menos importantes.

Es importante un "si" comprometido y seguro frente al altar y frente al juez. Es menos importante el menú de la fiesta, el color del vestido de la suegra, los arreglos florales y los distintivos de los padrinos.

Las dificultades se dan porque no aceptamos que somos un equipo de seis decidiendo, y que los novios llevan el liderazgo. Ni la mamá de la novia es la jefa del grupo, ni la del novio. Los papás son parte del equipo, no sólo los tesoreros.

Dos familias, que en ocasiones se conocen en el día en que se pide a la novia, deben ahora compartir no sólo la fiesta, sino los hijos. Éste es el verdadero meollo del asunto.

El control de la fiesta va más allá de una diferencia por cómo rotular las invitaciones. Es el síntoma de un control más profundo: el control del hijo.

Como papás queremos elegir por nuestro hijo como lo hacíamos en su infancia; cuando bebé decidíamos cómo se vestía, qué comía, con qué jugaba. El tiempo cambió las reglas de ser padres y el hijo adolescente decidió qué estudiar, quiénes eran sus amigos, qué comer y hasta... a quién amar.

DECIR ADIÓS

Los papás queremos seguir controlando la vida de ese niño que amamos y disfrutamos. Queremos detener...

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