Es Meryl y es de hierro

AutorRaymundo Zamarripa

Querido Óscar:

Te saludo con el cariño de siempre y sin ninguna doble intención.

No creas que estas líneas las motivan el claro descuido de tu parte al no invitarme a la entrega de premios de la Academia como es debido (con una nominación, por si no supiste leer entre líneas).

Ya sé que en el 2010 no estrené ninguna película y que aún soy demasiado joven para ser reconocida como la Mejor Actriz de los siglos 20 y 21 (todavía me quedan 90 años más para seguir demostrándolo), pero bien pudiste nominarme como "Mejor Actriz de Cine que Participa en una Serie de Televisión sin Tener que Matarse de Hambre ni Lloriquear para Encontrar su Lado Oscuro y Lograr su Papel".

Pero no te preocupes, mi dorado amigo. El caprichoso tango que bailamos desde hace años tendrá un nuevo clímax en el 2012 cuando veas mi siguiente interpretación.

Voy a seguirte un poco el juego. Me transformaré de pies a cabeza, porque ya sé cómo te gusta regodearte con los personajes históricos y jugar a encontrar las diferencias.

Al verme convertida en la "Dama de Hierro", pensarás que fui yo quien forjó ese sobrenombre y no la tal Margaret Thatcher, cuyo único propósito histórico fue gobernar el Reino Unido para ser encarnada por mí en el cine.

Por si llegaras a preguntarte cómo conseguí la expresión facial de mi personaje, te diré que cada mañana durante el rodaje utilicé grandes cantidades de belladona en los ojos sin importar poner en riesgo mi vista con tal de darle más realismo a mi papel (no creas que fue por querer impresionarte).

¡Oh sí, querido!

Sé que este año por fin...

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