Enrique Krauze / El poder de la televisión

AutorEnrique Krauze

La televisión no tiene la facultad de gobernar, legislar, juzgar, mandar batallones, pero tiene un poder acaso más preciado: la atención de millones de personas. Por eso, la pregunta interesante en nuestro tiempo es, ¿cómo se puede o debe usar ese poder para beneficio de la sociedad? O, puesta en términos negativos, ¿cómo limitar ese poder para que no actúe en detrimento de ella? Los estados totalitarios tienen una respuesta sencilla: la estatización. Pero en los estados democráticos y liberales el problema, por fortuna, es más complejo.

Daniel Cosío Villegas creyó que el poder de la televisión podía usarse para fines de educación y cultura. Su "Historia mínima de México" fue, en el origen, un guión para televisión. Al final de su vida apareció en varios programas comentando el escenario internacional. Octavio Paz creyó también en la posibilidad de orientar el poder de la televisión hacia la cultura: solía hacer un comentario en el noticiero "24 Horas" de Jacobo Zabludovsky, y creó varios proyectos de alta calidad intelectual que tuvieron, además, un rating respetable: la serie "Encuentros", "México en la obra de Octavio Paz", el "Encuentro Vuelta: La experiencia de la libertad". Luego de su muerte, muchos de quienes lo criticaban por aparecer en la televisión hicieron lo mismo que él.

Por mi parte, nunca he dudado de que la televisión puede ser un espléndido vehículo de difusión histórica, como demostraron en su momento las telenovelas de Ernesto Alonso y Fausto Zerón Medina. La serie "México Nuevo Siglo", que desde 1998 hasta hoy se ha trasmitido por Canal 2, es -quiero pensar- otro ejemplo de que la televisión puede usarse con fines culturales.

Se dice que la vocación de la televisión es entretener. Puesto así, el asunto parece sencillo, pero el problema reside en los contenidos. Los más violentos, degradantes, transgresivos o vacuos pueden ser "entretenidos", pero hacen un enorme daño a la sociedad. Por eso, nada menos que Karl Popper -el filósofo liberal más influyente del siglo 20- sostenía que, por la naturaleza de su "producto", la televisión requería de una reglamentación.

Sería deseable -agregaba- que los medios electrónicos adoptaran públicamente un código autoimpuesto de ética y crearan un instituto que emitiera licencias revocables en caso de violación (Karl Popper: "La televisión es mala maestra", Fondo de Cultura Económica). En el mismo sentido, también sería muy sano que la televisión privada mexicana tomara la iniciativa de...

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