Su discapacidad enfrenta barreras

AutorAndrea Menchaca

Aunque el Circuito 1 DIF Nuevo León, que comenzó a operar en agosto, da buen servicio a las personas con discapacidad, existe un gran problema: el mal estado de las banquetas es un obstáculo para llegar a las paradas del camión.

La atleta paralímpica Brenda Osnaya sale en silla de ruedas de su hogar, en el Centro regio, dispuesta a tomar una de las cinco unidades que van del Hospital Metropolitano al Centro de Rehabilitación y Educación Especial (CREE) y viceversa.

Baja la rampa que sus padres instalaron en su casa de la calle Mariano Jiménez, pero se percata de que en la esquina de 5 de Mayo no sólo no hay rampas, sino que hay puestos de comerciantes que le impiden cruzar.

Decide entonces bajar la banqueta entre los autos estacionados, conduce su silla por la arteria y un camión de ruta le pasa tan de cerca que ver esta escena podría quitarle el aliento a cualquiera.

Brenda, al ver que en la otra esquina también hay un puesto y no hay rampa, sube por la banqueta, lo que logra hacer sólo porque tiene la fuerza y la habilidad de una deportista de 20 años, pero que para otras personas en silla de ruedas es una acción imposible de realizar.

Grietas, baches y desniveles en banquetas frenan las intenciones de la joven de ir en silla de ruedas hasta la parada de Zaragoza con Juan Ignacio Ramón.

Su padre, Jorge Osnaya, evita ponerla en riesgo y acude al rescate: sube a Brenda, luego a su silla de ruedas a la camioneta, otra opción que no todas las personas paralíticas tienen. Bajarla es otra odisea: debe estacionarse mal en la esquina para bajarla lo más cerca posible de la parada.

"En Guadalajara y San Luis Potosí adaptaron la zona centro con rampas, me imagino que por lo mismo de las competencias en silla de ruedas, porque allá fueron los Juegos Panamericanos en el 2011 y después fue el Nacional en San Luis", considera Brenda.

Quince minutos después llega una de las cinco unidades de transporte que integran el circuito, en las que el Estado invirtió 15.7 millones de pesos.

El chofer se baja, baja la rampa con sus manos, ayuda a Brenda a subir, le coloca el cinturón de seguridad y ella paga 6.50 pesos, lo que cuesta el boleto.

El conductor indica que diariamente sube, en promedio, a 50 personas con alguna discapacidad, que puede ser motriz, visual o auditiva. Y aunque ese camión puede utilizarlo cualquier usuario, dice que normalmente no lo toman porque ven el logo del DIF y eso los confunde.

En el autobús sólo va Brenda y una señora con un niño...

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