Despiden a Fausto con 13 monedas

AutorHenia Prado

Enviada

EL PLATANAR, Guerrero.- Con sus manos morenas, toscas de campo, Rodolfo Armenta toca la fría piel de la cara de su hijo, le acaricia tiernamente la frente.

Frente al ataúd de Fausto, al hombre de gestos duros, que no rebasa el metro y medio de altura, se le resbalan las lágrimas y emite unas palabras como recitando un poema en mixteco.

"Tú no me escuchas, pero yo te hablo. Aquí tienes este dinero para lo que tengas que pagar allá. Vete tranquilo, aquí cuido tu mamá y tus hermanos", susurra.

Debajo de la axila del cuerpo, Rodolfo coloca 13 monedas de un peso, pues allá, en el cielo, de acuerdo con la costumbre mixteca, el joven de 20 años pagará con ese dinero sus deudas, si las tiene.

En la comunidad de El Platanar es viernes, han transcurrido dos días de velación del migrante mexicano agredido a golpes en Nueva York y que le provocaron la muerte.

El desgaste de 36 horas sin dormir, de llanto, rezos, música "de chile frito" y borrachera, hace estragos en el semblante de familiares y convidados.

Desde que llegó a su hogar la madrugada del jueves en la zona de La Montaña, municipio de Xalpatláhuac, Fausto fue celebrado, agasajado.

La casa, construida con las remesas que él mismo envió desde Estados Unidos, y la cual jamás conoció, está ataviada con flores multicolores, decenas de veladoras y el olor a copal se mezcla con el aire de provincia.

Le fue servida su cena: pan y café, colocados en una mesita junto al ataúd.

La banda musical del pueblo con tambores, trompetas, tuba y demás instrumentos de viento se acomoda en un enlonado improvisado del patio para tocar a todo pulmón.

De repente, don Miguel, el cantor, alza la voz: "Santa María madre de Dios...", observa su amarillento libro de rezos y vuelve a cerrar los ojos para concentrarse.

El lamento de algunas mujeres del pueblo se suma al rosario, mientras unas más cruzan la casa cargando ollas o cacerolas con pollo, caldo, café y enormes cajas de pan que reparten entre los asistentes.

Afuera varios hombres platican entre tragos de cerveza y refresco. Nadie detiene su conversación en mixteco. Están el comisario, el comandante, los principales, todos se conocen, son familiares y han pisado el suelo de Manhattan.

Otros cuelgan cecina de res en el techo de la casa para que se seque o bajan al pueblo de Tlapa -a una hora de camino- en camionetas de redilas; allí hacen las compras faltantes.

La comunidad se cataloga como una de las más humildes en Guerrero, pero en momentos de tristeza, el...

Para continuar leyendo

Solicita tu prueba

VLEX utiliza cookies de inicio de sesión para aportarte una mejor experiencia de navegación. Si haces click en 'Aceptar' o continúas navegando por esta web consideramos que aceptas nuestra política de cookies. ACEPTAR