Denise Dresser / Mal montado

AutorDenise Dresser

Según un viejo político, es difícil liderar la embestida de una caballería cuando te ves ridículo sentado sobre el caballo. Y esto es precisamente lo que le ha ocurrido a Felipe Calderón. Ha convocado a librar una gran batalla en nombre de la modernización de Pemex, pero está mal montado sobre el equino que la encabeza. Se ha sentado de lado cuando debería cabalgar de frente; ha aflojado las riendas cuando debería apretarlas; ha mantenido a Juan Camilo Mouriño en la silla a su lado, cuando desde hace tiempo debió haberlo bajado de ese lugar. Si la primera responsabilidad de un líder es definir la realidad, hoy Calderón parece acorralado por la suya. Mientras Felipe deambula, Andrés Manuel cabalga. Mientras el ejército calderonista no sabe qué armas empuñar, la tropa lopezobradorista las usa sin misericordia..

Ante el profesionalismo político demostrado por Felipe Calderón en el primer año, sorprende la magnitud de los errores cometidos en los últimos meses. Uno tras otro y cada vez más graves. Hablar de la reforma energética sin haber diseñado la estrategia política y mediática para lograr su aprobación. Proponer la elaboración de un diagnóstico con el cual comprar tiempo que sólo Andrés Manuel López Obrador utilizó en su favor. Negar la autoría de un spot sobre Pemex para poco después lanzarlo al aire. Defender incondicionalmente al Secretario de Gobernación cuando la función dual que desempeñó despierta dudas sobre su afán modernizador. Permitir el surgimiento de un vacío sobre el contenido de la reforma que AMLO y su cruzada contra la supuesta privatización llenó. Calderón sonó la trompeta, pero no se sentó de lleno en la silla.

Todos los presidentes exitosos tienen una característica en común: la disposición para confrontar la principal ansiedad de la gente de su tiempo. El petróleo es una de esas fuentes de ansiedad y Calderón lo ha encarado de manera equívoca. Evadiendo, postergando, obnubilando. Permitiendo que su principal contrincante determine los términos del debate público y para mal. Generando una crisis de confianza en el gobierno y su capacidad para transformar a Pemex sin beneficiar a los mismos de siempre. Ante el hoyo en el cual se ha metido, sólo le queda una opción: desmontarse del caballo, reconocer los errores en su conducción, remediarlos lo más pronto posible y volverse a subir. Algo similar a lo que hizo durante la campaña cuando le confesó a Joaquín López Dóriga que las cosas no iban bien. Algo parecido a lo que...

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