Denise Dresser / Fiscal Floral

AutorDenise Dresser

Como un objeto decorativo. Como un florero. Como algo que contribuye a la belleza de una habitación pero no puede componer sus paredes cuarteadas.

Así va a ser el Fiscal Anticorrupción y así lo trata el Senado encargado de diseñar sus funciones y designarlo. Un cimiento clave del Sistema Nacional Anticorrupción, hoy relegado al papel de jarrón sobre la mesa. Una piedra de toque de lo que debería ser el nuevo edificio, convertido en un recipiente floral.

Después de años en los que la sociedad civil hizo su trabajo, la clase política no hace el suyo. Posterga y pospone en lugar de arreglar y designar.

En el Senado continúan las disputas en torno a cuates, las discusiones en torno a cuates. Mientras tanto, la posibilidad de un Fiscal fuerte e independiente se marchita cual margarita deshojada por los partidos.

La Fiscalía Anticorrupción nació con problemas de designación y de diseño. Y debido a ello la Junta de Coordinación Política en el Senado se ha arrogado la tarea de elegir pero sin la transparencia necesaria o la supervisión indispensable.

Mimetizando las designaciones de Eduardo Medina Mora, Raúl Cervantes, Norma Piña y Javier Laynez, las cúpulas partidistas negocian tras bambalinas, arman convocatorias al vapor, marginan a especialistas de la sociedad civil, se niegan a aceptar la existencia de un Comité Técnico que ayude a definir perfiles e idoneidad.

En vez de regirse por el principio de máxima transparencia, optan por la tradición de máxima opacidad.

En lugar de crear condiciones para una Fiscalía autónoma, engendran condiciones para una Fiscalía maniatada.

Lo mismo ocurre con las leyes que normarán su actuación, escritas para asegurar que el Fiscal nazca subordinado. Nazca agachado. Nazca tan dependiente de la PGR que no sea capaz de investigar la podredumbre que corroe al País.

El Fiscal Floral será subalterno del Fiscal Carnal. Quien resulte nombrado después de un proceso fársico tendrá que pedir permiso, perdón y presupuesto a Raúl Cervantes, bautizado como cuate del Presidente y de la clase política porque lo es.

Y por ello el Fiscal Anticorrupción -de acuerdo con la legislación actual- podría ser removido en cualquier momento.

Apenas se acerque a la verdad, probablemente acabará inhabilitado para seguir persiguiéndola. Apenas empuje investigaciones libres e independientes, seguramente descubrirá la esclavitud política en la cual nació.

De allí el imperativo de modificar el Artículo 102 constitucional para dotar de autonomía...

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