Denise Dresser / Declarados culpables

AutorDenise Dresser

Hace un par de años, dos abogados con cámara -Roberto Hernández y Layda Negrete- retrataron la podredumbre de los policías, la incompetencia de los ministerios públicos, la sinrazón de los jueces y la arbitrariedad del arresto en el documental "Presunto Culpable".

Evidenciaron que en México se aprehende sin pruebas y se juzga sin testigos. En México se condena aunque existan dudas razonables sobre la culpabilidad. En México una persona inocente se ve obligada a demostrar que lo es.

Cómo olvidar las frases que la película nos mostró: "Fuiste tú". "No te hagas pendejo". "No te explico nada, cabrón". "Ya te agarré; ya te chingaste". Palabras rutinarias que pronuncia cualquier policía judicial a la hora de arrestar a cualquier mexicano común y corriente. Palabras que corren en contra de ese principio fundamental del Estado de derecho que es la presunción de inocencia. Palabras que revelan un sistema policial y penal dedicado a encarcelar inocentes.

Como le ocurrió a José Antonio Zúñiga Rodríguez en el 2005. Acusado de homicidio calificado. Arrestado a pesar de que había testigos que lo situaban en otro lugar en el momento de los hechos. Condenado a 20 años de cárcel a pesar de que la prueba realizada para ver si había disparado un arma había resultado negativa.

Encontrado culpable en un proceso repleto de irregularidades, incluyendo la falsa cédula profesional de su abogado defensor. Encerrado en una celda con otros 20 reos, rodeado de cucarachas, durmiendo en el piso de concreto, muerto de frío, de miedo, de incertidumbre.

Víctima de un sistema legal en el cual 93 por ciento de los presos nunca vieron una orden de aprehensión. Víctima de un sistema donde languidecen millones de mexicanos.

"En la cárcel eres nadie", nos dijo José Antonio Zúñiga, a través de la cámara. Pero se volvió un hombre de carne y hueso para dos valientes abogados que creyeron en su inocencia y estuvieron dispuestos a comprobarla. En la pantalla plasmaron escenas que tres millones de mexicanos vieron en cines a lo largo del país; narraron una historia que debió haber producido cambios profundos en el sistema judicial; mostraron un proceso podrido que debió haber sido modificado.

Torceduras trágicas como el testimonio acusatorio del único testigo quien aceptó -en la reposición del procedimiento- que no vio el disparo. Entrevistas enervantes como aquella en la cual el testigo admitió que no sabía el nombre del acusado y le fue proporcionado por...

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