PLAZA PÚBLICA / Delatores, informantes o testigos falsos

AutorMiguel Ángel Granados Chapa

Inspirado más en el cine y la televisión que en la práctica jurídica norteamericana, el uso de testigos protegidos (llamados eufemísticamente "colaboradores") reveló no sólo su fracaso el martes pasado, sino también los recovecos de un mecanismo que ha servido para inculpar a inocentes, aunque quizá también para llevar a la cárcel a delincuentes con los que riñeron quienes los señalan.

Ese día fue asesinado en una cafetería muy concurrida en la Colonia Del Valle Édgar Enrique Bayardo del Villar, un peculiar funcionario policiaco de alto nivel en el momento de su detención, hace 13 meses, acusado por sus nexos con bandas de narcotraficantes. En vez de que se le fincara proceso, se le convirtió en informante del Ministerio Público. Ingresó al programa de testigos colaboradores y siguió con el tren de vida de sus años recientes, en que simultáneamente era miembro de la autoridad y presumiblemente cómplice de delincuentes.

En su breve carrera como perseguidor del delito, Bayardo del Villar fue miembro de la Policía Judicial Federal, después Subprocurador de Justicia en Tlaxcala y en julio del 2007 fue recibido en la Policía Federal Preventiva, ya bajo el mando del Secretario de Seguridad Pública Genaro García Luna.

Sea porque los controles que regulan el ingreso son muy laxos, sea porque se trata de reclutar precisamente a ese tipo de personas, a nadie pareció extrañar que un hombre acaudalado como Bayardo del Villar aceptara una paga de 26 mil pesos mensuales.

En sus declaraciones patrimoniales como miembro de la PFP dijo contar con bienes por 28 millones de pesos, consistentes, entre otros, en residencias con valor de 4 millones una, y 5 millones y medio otra, así como vehículos de lujo: un BMW de 700 mil pesos, un Mercedes Benz de 800 mil y una camioneta Jeep Cherokee, blindada, que valoró en 1 millón de pesos. Bayardo del Villar declaró también poseer obras de arte y joyas por 5 millones de pesos.

Se le detuvo a fines de octubre del año pasado, cuando Jesús Zambada Reyes, hijo de El Rey Zambada, fue capturado en la Colonia Lindavista y solicitó su auxilio. Es que Bayardo era su protector o por lo menos informaba a la banda de su padre de movimientos policiacos. Bayardo fue arraigado pero no se le inició proceso, no obstante que había poderosas razones para iniciar una averiguación previa en su contra, al menos por sus signos exteriores de riqueza. Bayardo se salvó de ir a la prisión quizá porque propuso o aceptó un canje: informaría de...

Para continuar leyendo

Solicita tu prueba

VLEX utiliza cookies de inicio de sesión para aportarte una mejor experiencia de navegación. Si haces click en 'Aceptar' o continúas navegando por esta web consideramos que aceptas nuestra política de cookies. ACEPTAR