Sobreaviso/ La degradación de la política

AutorRené Delgado

El fenómeno es curioso. La cultura política que proponen los candidatos a la Presidencia de la República es la que prevaleció a lo largo del sexenio: la confrontación, la polarización, desinstitucionalización como costumbre y el diálogo o el debate político como un juego de engaños.

Esa propuesta se resume en la degradación de la política, el abatimiento de la vida institucional, el aliento a la confrontación y la apertura a la violencia. La paradoja de todo esto es que cuando por fin se lograron institucionalizar las elecciones, se pretende desinstitucionalizar la política. En otras palabras, cuando por fin se pudo elegir resulta que no hay de dónde escoger.

Esa es la propuesta cultural de quienes supuestamente se sienten con tamaño para habitar la residencia oficial de Los Pinos, aunque en campaña se desempeñan como comediantes aficionados.

Si durante años los partidos monopolizaron la política excluyendo a los ciudadanos, ahora son camarillas sin cultura ni trayectoria partidaria los que secuestran la política y utilizan como franquicia los emblemas, la estructura y el registro de los partidos.

Si se mira con atención no sólo Acción Nacional vive esa circunstancia. Con matices de por medio pero lo mismo ocurre en los partidos Revolucionario Institucional y el de la Revolución Democrática. Los estados mayores, los estrategas de las respectivas campañas presidenciales son cuadros si no ajenos, sí distantes de esas formaciones políticas. Las y los dirigentes partidistas aparecen como damas o caballeros de compañía quedando como parte de la decoración política del candidato en cuestión.

Podría afirmarse que los partidos no supieron para quién trabajaban. Se llevaron 20 años en discutir cómo organizar y transparentar el reparto del poder, instrumentando reformas y contrarreformas electorales y cuando por fin se pusieron de acuerdo, resultó que ese poder no era para los partidos, sino para reducidas camarillas vinculadas o no a sus formaciones políticas. Si los partidos le escamotearon a la ciudadanía la posibilidad de participar en aquellas discusiones e incluir en el temario qué hacer con el poder, ahora los partidos viven su propio secuestro.

Ese es el drama de los partidos. Las candidaturas les pertenecen a los candidatos, no a los partidos. Los candidatos escogieron a su partido y no los partidos a su candidato. Si de Vicente Fox se puede decir que fue él quien escogió al PAN, de Cuauhtémoc Cárdenas se puede decir que él no pertenece al...

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