En el Cibercafé / ¡Ah, qué Bill!

AutorHumberto Vela del Bosque

Aunque sea refrito de lo que informó la semana pasada en su columna el Webmaster, me resisto a no comentar con ustedes la última ocurrencia de Bill Gates, pues nos abre una pequeña ventana donde, con algo de imaginación, podríamos vislumbrar uno de los caminos que está siguiendo Microsoft para mantenerse vigente cuando menos un siglo más.

Como usted debe de recordar, o si no aquí se lo recuerdo, Microsoft solicitó y le acaban de autorizar una patente para un diseño que permite utilizar la piel humana como medio de transmisión de datos. La verdad a mí no me da mi mente para visualizar qué aplicaciones pretende diseñar Microsoft, pero el Webmaster menciona que serviría para reproducir datos, sonidos o imágenes a través de nuestro cuerpo, y la verdad, ni con esa explicación visualizo las ventajas.

Veamos, mi cuerpo para reproducir, o para enviar y recibir datos, ¿a dónde, a quién, datos generados de dónde o por quién? La verdad es que no puedo meterme en la mente de Gates para saber qué aplicación vislumbraron para considerar que la piel tiene ventajas sobre los medios comunes utilizados para esos fines. O quizá sólo sea una estrategia de intentar patentar cualquier cosa que se les ocurra, no vaya a ser que por ahí en el futuro ellos o algún otro encuentre algún fin útil y rentable para esa clase de chifladuras.

Y no es que esté corto de imaginación, pero no me da. Por ejemplo, tengo claro para qué sirve el chip que se acaba de injertar el Procurador General de la República, quien le presumió al Presidente Fox la inversión que hizo su dependencia para estar un poquito mejor preparada, sólo un poco, para salir a combatir a la delincuencia.

El Procurador, el General Rafael Macedo, se injertó un chip en la piel que envía una señal a un satélite y con ello conocer siempre la ubicación del General; la tecnología la han querido vender como una protección contra secuestros, pues su portador siempre podrá estar localizable, no importa dónde lo escondan, a menos que los delincuentes empiecen a construir refugios con algún material que aísle la señal que envía el procesador.

Lo malo de usar esta tecnología es que siempre dejará huella de por dónde anduvo, y eso no les gusta mucho a los defensores de la privacidad, y me imagino que les debe de gustar mucho menos a los maridos y mujeres que andan en malos pasos, pues no podrán pretextar que fueron al súper por el mandado, o al club...

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