Carolina López / ¿La nueva 'Chiquitiboom'?

AutorCarolina López

¿Imagina usted el caos que habría si cada quién hiciera lo que quisiera sin respetar a nadie? ¿O si nadie tomara en cuenta las reglas, normas o leyes que tenemos en la sociedad?

El sábado pasado, en el Estadio Tecnológico, tuvimos una pequeña probadita de anarquismo, una de las corrientes que se han implantado en la actualidad y que consideran erradamente que podemos regirnos así: por gustos y caprichos, aun a costa de pasar por encima de los demás.

Esta filosofía de vida no respeta reglas ni leyes. Es la moda de lo espontáneo, del hacer lo que mejor me parece o me apetece en el momento: como el deplorable espectáculo que el sábado pasado dio la chica que confundió al Estadio Tec con un burdel o "table dance".

A la joven le valió un comino festejar uno de los goles anotados por los Rayados al estilo de los jugadores que acostumbran quitarse la camiseta en señal de victoria.

Nada le importó, ni pensó en los niños y adolescentes que había a su alrededor. Así porque sí, rompió la regla de oro del respeto ajeno, y sorprendió a la afición al levantarse la camiseta que portaba para exhibir su torso desnudo.

Tristemente el caso de esta joven no es un hecho aislado. Hoy en día van en aumento los casos de muchachos influenciados por este tipo de conductas, que viven fuera de la realidad sin asumir responsabilidades propias, ni aceptar que no viven solos, sino en una sociedad con reglas y comportamientos que norman su vida individual y social.

Muchos de estos jóvenes, como quizá es el caso de esta chica, dicen no imitar a nadie y ser auténticos, pero eso no es verdad porque la imitación es un medio que nos permite hacer lo que hacemos.

Por imitar a nuestros padres o maestros, por ejemplo, aprendimos a pensar, a leer, a comportarnos. Inevitablemente imitamos a alguien a diario y aprendemos de su conducta. Y esto se da más en esta era de la tecnología -bombardeada de imágenes y de mensajes- en donde cualquiera se puede convertir en un modelo a seguir.

Sin embargo, el mayor problema radica en que muchos de los modelos que siguen nuestros hijos influyen negativamente en su forma de sentir, de pensar y de actuar.

¿Se acuerda usted de...

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