Carlos Fuentes/ The Elián show

AutorCarlos Fuentes

Solución sencilla: Elián, reunido con su padre, se instala tranquilamente en España.

Ni vive en una dictadura ni deja de hablar español ni es perturbado por la revista Hola. Vive en una democracia de su propia cultura hispanoamericana.

En la película "The Truman Show", el protagonista (Jim Carey) está siendo filmado día y noche mientras duerme, despierta, vive, come, trabaja, ama... El ignora lo que ocurre, pero millones de televidentes hacen algo peor: fingen que ignoran, creen estar viendo en vivo, en sus pantallas, la vida completa de un hombre. Los demás actores, incluyendo a la "esposa" del telehéroe, conocen la verdad. Están actuando. Y los productores de la telenovela ininterrumpida, para no hablar de los dueños de la compañía, no sólo saben la verdad: la organizan y la explotan.

Elián González ha vivido el "Truman Show", esta vez de verdad. Sobrevivió al naufragio de su madre balsera y cayó en manos de sus parientes en Miami. Allí mismo, la solución del problema se presentaba clara e inmediata. Independientemente de la decisión de la madre de Elián, al perecer ésta, la patria potestad le pertenece al padre sobreviviente, Juan Manuel González, residente en Cuba. No había, en esencia, más que decir o más que hacer: el niño le pertenece al padre. Así lo decidieron, desde un principio, las autoridades encargadas de hacer cumplir la ley en los Estados Unidos: la Procuradora General de Justicia, Janet Reno, y el servicio de Migración y Nacionalización de los Estados Unidos (SIN).

Pero una solución tan simple como ésta hubiese frustrado al exigente y ávido público de Elián Show. Los familiares cubanos del niño, por razones sentimentales fáciles de comprender, decidieron quedarse con él. A esta respetable razón se unió muy pronto otra menos digna: convertir a Elián en bandera de la lucha anticastrista del exilio cubano en Miami. A este carro se treparon, de inmediato, los políticos norteamericanos que explotan a su favor las cuatro décadas de tensión entre Washington y La Habana. Los nostálgicos de la Guerra Fría que llevan diez años sin más bandera que Cuba, vieron renacer sus arrestos bélicos. Y para colmo del oportunismo, los principales contendientes a la Presidencia de los Estados Unidos, el demócrata Al Gore y el republicano George Bush, se sumaron a la postura de la histeria heroica: salvemos al niño de las garras del déspota cubano. Démosle el abrigo de lo que Bush llama, con crispante chovinismo, "la tierra de la libertad". Pero...

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