Carlos Monsiváis/ Ryszard Kapuscinski

AutorCarlos Monsiváis

Para los estudiantes de Comunicación -dicho sea de paso, una carrera que alguna vez gozará del florecimiento demográfico que merece- Ryszard Kapuscinski es un modelo innegable y, además, si se quiere ver así, un plan general de estudios y prácticas de campo.

Su obra es, para los periodistas, y para los periodistas amateurs que son los lectores, la de un clásico. Desde sus primeros trabajos, Kapuscinski, reportero y corresponsal de guerra, decide ampliar ambos términos.

Para cumplir con los requerimientos que le impone a su oficio, el reportero busca transmitir la manera en que los acontecimientos son y repercuten, y es por lo mismo periodista, historiador, antropólogo, pensador social, todo sin prédica, todo sin subrayar el dominio del tema, todo sin perder el hilo conductor del texto, que es la relación entre una sensibilidad crítica y los sucesos límite que, bien visto, suceden en demasiadas partes.

En su turno, el corresponsal de guerra, para transmitir la realidad que ha sectorializado la tragedia, que transcurre en una zona geográfica y se conoce vastamente, entiende que la guerra no es sólo el campo de batalla, o la genealogía de los bombardeos, de la granada a la bomba H, sino también y en la pequeña escala que se vive como catástrofe universal, la hambruna, los golpes de Estado, el atraso que se reproduce como estirpe de las generaciones, el desempleo que es el panal de rica miel que colma las calles y las plazas al menor indicio de espectáculos, el ir y venir de la gente que arraiga en el empleo y se desarraiga en respuesta a las tradiciones que no dan de comer.

En "Ebano", uno de sus grandes libros mayores, la sucesión de paisajes que llamamos Africa "por convención reduccionista, por comodidad", Kapuscinski describe la guerra como fin del sedentarismo:

Todos (los africanos) han llegado de otros lares, todos son inmigrantes, Africa constituye su mundo común, pero dentro de sus fronteras, ellos se han desplazado, los han pateado durante siglos (en muchas partes del continente este proceso dura hasta hoy). De ahí el impactante rasgo de esta civilización: su provisionalidad, su carácter de algo accidental, su falta de continuidad material. La choza levantada tan sólo ayer ya no existe. El campo cultivado hace tan sólo tres meses es tierra baldía.

Si las botas "son comunicados de guerra", las migraciones -como se quiera ver-, son comunicados de la paz que se ansía. El nomadismo forzado, incesante, es el esquema de la guerra que no...

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