Carlos Monsiváis/ Los militantes

AutorCarlos Monsiváis

Fuera de los directamente interesados, nadie en público valora altamente a los partidos políticos real o irrealmente existentes (ocho hasta ahora, en espera de las nuevas inscripciones). Se les califica de inoperantes, presas de rituales caducos, carentes de líderes efectivos, negocios familiares en ocasiones, sumergidos en luchas internas que son recursos del ocio para compensar la ausencia de programas. Y entre otros ejemplos, se utiliza el ánimo febril utilizado por los legisladores de todos los partidos para aprobar (sin leer) la miscelánea fiscal, hechos que de ninguna manera agotan el caudal partidista de torpezas, errores, protagonismos en el aire, corruptelas, golpes bajos, inarticulación verbal. A los partidos políticos ya no les pone sitio el desprestigio (eso sucedió hace mucho) sino la idea generalizada de su anacronismo. Con todo, se termina diciendo, resultan insustituibles por la ausencia de alternativas en lo legal, lo electoral y lo organizativo.

¿Qué elementos no se toman en cuenta en análisis y comentarios? Entre otros, el fundamental, la crisis inextinguible de la militancia. La especie que marca una larga etapa a la vez heroica y criminal del Siglo 20, el militante, ha desaparecido o casi, y sólo muy ocasionalmente se percibe el espíritu de sacrificio que señala históricamente a la militancia. Los partidos disponen de representantes legislativos, dirigentes, funcionarios de varios niveles, empleados y simpatizantes pero -si el término incluye la entrega desinteresada que en el caso de los activistas de tiempo completo apenas incluía recompensas salariales- ya no militantes, con todo el arcaísmo localizable en un término de origen bélico.

"Yo simpatizo enormemente con el partido, pero no quiero morirme sin saber en qué consiste su programa"

¿A qué se debe la conversión del militante en una especie al borde de la extinción? Las causas alegadas son numerosas y, en buena medida, resultan complementarias. Entre ellas:

-la disminución o el agotamiento del papel de las ideologías perfectamente definidas, que exigen se les consagre la vida entera.

-el arrinconamiento de las emociones comunitarias que el neoliberalismo y el gigantismo urbano reducen a su mínima expresión. ¿Quiénes califican altamente a las pasiones desinteresadas?

-la tentación de volver muy rentables los cargos en la burocracia partidista, lo que convierte los espacios partidistas en zona de complicidades y favoritismos, y hace de la burocracia el método para...

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