Aroma que une

AutorKaren López

Durante siglos, muchas historias, amores, juegos, conocimientos y secretos se han compartido en torno a una taza de café.

Aunque la cafeína, la sustancia que lo hace tan adictivo y especial, ha sido motivo para que sea hasta hoy un bien codiciado, es su carácter de bebida social lo que lo mantiene como un pretexto para reunirse y compartir.

BEBIDA SOCIAL

Cuenta la leyenda que el café fue descubierto en Etiopía, luego de que el cuidador de cabras Kaldi notó que tras comer ciertas bayas, sus animales se volvían tan hiperactivos que no podían dormir por las noches.

Después él reportó sus descubrimientos al monasterio local, donde prepararon una bebida con las bayas, la cual mantenía a los monjes alertas durante las oraciones nocturnas. Sus efectos se fueron difundiendo y el resto es historia.

Pero el carácter social del café se remonta a su llegada a la península arábiga, cerca del siglo 16, cuando empezó a cultivarse en los países pertenecientes a esta región, y ante su popularidad no sólo se consumía en los hogares, sino en las casas de café o coffee houses.

Las qahveh khaneh, como también se les conocía a las cafeterías, adquirieron una popularidad sin precedentes y la gente las frecuentaba para todo tipo de actividades sociales.

En ellas se tomaba el café, se conversaba, se escuchaba música, se disfrutaban espectáculos en vivo, se jugaba ajedrez y la gente se mantenía al corriente de las noticias.

Estos espacios se convirtieron en "escuelas de sabios", debido a la información que se intercambiaba.

Con la visita y llegada de los peregrinos, el conocido como "vino árabe" se empezó a extender hasta llegar a Europa.

Aunque a su llegada se vio juzgada como una bebida satánica, al ser...

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