Andrés Clariond Rangel / La microagresión

AutorAndrés Clariond Rangel

En un artículo publicado este mes en la revista Time, el profesor de la Universidad de Columbia

John McWhorter habla de un término en boga en los Estados Unidos: la microagresión. Originalmente acuñado en la academia, ahora es una palabra de uso popular.

Según el autor, la microagresión engloba conductas y comentarios sutiles, en muchas casos sin mala intención, que hacen sentir menos a una persona por su sexo o su color de piel. Son pequeños actos que rayan en el racismo o la exclusión, sin serlo por completo.

Pone de ejemplo un video que envió por correo electrónico un estudiante estadounidense. En él aparece un comediante de televisión disfrazado de Barack Obama tumbando una puerta de una patada. El video no muestra a simple vista ningún tipo de racismo, pero según grupos pro equidad refuerza la imagen de violentos que tienen los negros en el vecino país.

Los gringos han intentado suprimir su pasado de exacerbado racismo con una hipersensibilidad para las formas. Cualquier indicio de discriminación es duramente penado en aquella nación.

Si bien no han atacado el problema de raíz, porque siguen siendo una sociedad racista, se han conformado con la apariencia. Mientras no salga de la boca no es grave, mientras el lenguaje no se vista de KKK, la mente puede tener un festín en fantasías de esclavitud.

Pero es tanta la propiedad con la que se deben conducir (afroamericanos y no negros, nativoamericanos y no indios, gente de capacidades diferentes y no retrasados mentales), que algún tipo de escape ha de encontrar el espíritu discriminatorio que llevan dentro.

Por eso, en muchas ocasiones, las famosas microagresiones aparecen en forma de bromas porque lo único que les queda a la mano a los estadounidenses es el humor: un refugio desde donde los ataques se hacen con balas de pintura y no de plomo.

Pero aunque más tenues, no dejan de ser ataques, y lo suficientemente llamativos para hacer que la pudorosa y correcta sociedad norteamericana esté tomando cartas en el asunto.

Desde México, este aspecto de los gringos es visto como una exageración. Acá sería impensable no contar con sobrenombres como "el negro", "la prieta" y tantos otros que son pecado mortal para los guardianes de la corrección.

Mas no faltan mexicanos que comienzan a aplicar los principios del buen comportamiento estadounidense y se irritan con comentarios como "la negrita Lupita que ganó el Oscar", a lo cual espetan un firme "se dice negra". Como si el problema del racismo se...

Para continuar leyendo

Solicita tu prueba

VLEX utiliza cookies de inicio de sesión para aportarte una mejor experiencia de navegación. Si haces click en 'Aceptar' o continúas navegando por esta web consideramos que aceptas nuestra política de cookies. ACEPTAR