Alonso Lujambio / Iraq en la orilla

AutorAlonso Lujambio

El proceso político iraquí atraviesa por un momento crítico. Después de dos semanas de ataques por parte del ejército Mahdi comandado por el joven clérigo chiita Moqtada Al-Sadr, las tropas estadounidense y la Guardia Nacional bajo las órdenes del primer ministro Allawi han tomado una decisión delicadísima: tomar la ciudad sagrada de Najaf y cercar a los milicianos radicales atrincherados en el santuario del imán Alí.

Hasta ayer domingo no se había producido todavía un ataque masivo, pero la sola presencia de los estadounidenses en la ciudad santa ofende la sensibilidad chiita dentro y fuera de Iraq. En varias ciudades del país se registran movilizaciones en contra del cerco a los lugares sagrados. El gobierno teocrático de Irán, a través de su líder supremo, el Ayatollah Ali Khamenei, ha lanzado una clara advertencia: si se viola la santidad del recinto, entonces "los musulmanes alrededor del mundo responderán".

El asunto agrava la ya de por sí tensa relación entre ambos gobiernos, apenas una semana después de que el ministro de Defensa iraquí denunciara el presunto apoyo que Moqtada Sadr recibe de Irán, por lo que dicho país se convertía para Iraq en "su principal enemigo". Así lo dijo, echándole leña a la hoguera. La polarización le resta espacio de maniobra a las fuerzas chiitas más moderadas, lideradas por el Ayatollah Al Sistani, quien ha pedido respeto por los lugares sagrados. Al Sistani, de 73 años, se encuentra actualmente en una clínica de Londres atendiéndose una afección cardiaca. Poca fortuna el que Al Sistani caiga enfermo ahora.

Quién sabe si pueda frenarse una bola de nieve de equívocos que van calentando los ánimos. Hace varias semanas, el Primer Ministro Allawi intentó convencer a Sadr de sumarse a la Asamblea Nacional, cuya reunión estaba programada para ayer domingo. Dicha Asamblea estará integrada por mil delegados y elegirá un parlamento de 100 miembros. El parlamento funcionará hasta las elecciones programadas para enero de 2005, podrá vetar decisiones del gobierno y aprobará su ejercicio de gasto.

Pero el proceso de selección de los delegados ha sido muy errático en varias de las 18 provincias; grupos sunitas y chiitas han llamado a boicotear la Asamblea; algunos partidos políticos que ya habían anunciado que asistirían, han cambiado de parecer. Pero peor aún: al tiempo que se intentaba acercar a Sadr al proceso institucional, el gobierno anunciaba una amnistía muy limitada, pues no incluyó a quienes han matado...

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