Alejandra Rangel / País improvisado

AutorAlejandra Rangel

Este país podría definirse como el país de las improvisaciones. De pronto hay que cumplir metas y objetivos que sin muchos razonamientos, diagnóstico o planes, se llevan a cabo con el único propósito de responder a una agenda internacional, a un convenio o acuerdo, a posiciones políticas o necesidades mediáticas, pero pocas veces a verdaderos convencimientos y conocimientos. Así sucede con la firma del convenio con la Organización de las Naciones Unidas y su programa para plantar mil millones de árboles en el mundo, ante el cual, México, a través del Presidente Calderón, garantizó la siembra de 250 millones.

La propuesta no deja de ser positiva, sin embargo, las acciones para lograr la reforestación de las tierras se hacen sin sentido, no se consultan los estudios acerca de los suelos, los árboles que convienen según el tipo de tierra, si son bosques o zonas tropicales, ¿qué sucede con la biodiversidad y los climas desérticos o templados? Pero no hay tiempo para el análisis; en breve habrá que demostrar a la ONU que se superó la meta. Aunque a los pocos meses se haya perdido el 80 por ciento de las plantaciones por no haberse hecho en los lugares adecuados y no supervisar los programas y las técnicas para mejorar el medio ambiente.

Si el Presidente Calderón se diera tiempo para visitar a los campesinos de Michoacán, aprendería que la situación no se resuelve plantando árboles sin sentido y diagnóstico. Ellos, en ciertos ejidos, han emprendido una lucha para conservar sus bosques, detener la ampliación de la frontera agrícola y al mismo tiempo aumentar en un 50 por ciento la producción cuando las tierras están a punto de alcanzar sus límites productivos, además conocen cómo recuperar sus bosques y limitar la tala de árboles, y poseen las técnicas de plantación de pinos y oyameles.

Otro ejemplo. Los campesinos de Michoacán han colaborado con Alternare, una organización de la sociedad civil, dirigida por biólogas, para formar un centro de capacitación dirigido a ejidatarios con el fin de formarlos en los conocimientos para la conservación de los bosques, suelos y agua, así como en el mejoramiento de los cultivos sin usar plaguicidas o abonos que no sean orgánicos. La metodología educativa y su lema es: de campesino a campesino. ¿Quiénes mejor que ellos para saber de las necesidades de los suyos y de las tierras cultivadas de generación en generación? Ellos son los promotores voluntarios en sus comunidades y empiezan a ver los resultados.

Entre...

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