Alejandra Rangel/ La condición humana

AutorAlejandra Rangel

Las imágenes mostradas en los medios estos últimos días nos aterrorizan. La fría objetividad de la lente de una cámara no deja lugar al engaño o al reto de esta realidad: las fotografías del padre junto a su hijo, ambos de origen palestino, donde el niño de doce años muere acribillado por las balas del ejército israelí, y donde a través de tomas, y de frente a la pantalla observamos los ojos de terror, la incredulidad, el pánico del instinto de sobrevivencia, y la actividad del padre en un intento de proteger a su hijo.

¿Qué se puede decir de los valores cuando se ha perdido lo más elemental de la condición humana?

En el siglo 18, Voltaire, uno de los pensadores de la Ilustración Francesa, señalaba que la filosofía era el espíritu crítico que se oponía a la tradición separando lo verdadero de lo falso, y que debíamos escoger entre los hechos aquéllos que fueran más importantes y significativos para trazar la historia del espíritu humano.

Este autor puso de manifiesto el nacimiento y la muerte de las instituciones y las creencias de los pueblos, tratando de destacar el renacimiento y progreso de la razón humana, y sus intentos para librarse de los prejuicios y convertirse en guía de la vida social de los pueblos.

De acuerdo con estos principios la historia se presenta como la sucesiva revelación del hombre sobre sí mismo, es un reconocerse progresivamente a través de los acontecimientos históricos utilizando la razón en un intento por eliminar las partes oscuras y ascender hacia regiones más luminosas.

Sin embargo, de acuerdo al mismo Voltaire, los resultados provocan lo inverso, porque en este proceso evolutivo histórico se descubre que los espíritus están totalmente obcecados por siglos de errores y que existe una dificultad para despertarlos, pues se encuentran sumergidos en hechos, monumentos, tradiciones, ceremonias, historias oficiales creadas para sostener mentiras.

Como provocación contra la realidad, que lejos de ser luminosa es oscura y perversa, resalta la figura de Milosevic...

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