El adiós inexplicable

AutorDaniel de la Fuente

En Nuevo León se acrecienta el número de inocentes caídos por violencia relacionada con la delincuencia organizada. Su muerte deja a sus seres queridos en el dolor y las sombras ...y con la incertidumbre de si se hará justicia.

La vida después de Julio

Julio César Guzmán Valadez, 39 años

Tras un día de trabajo como vicepresidente de la AFAIM, la noche del sábado 30 de octubre pasado Julio César Vargas llegó a su casa y halló a su esposa con un fuerte dolor de cabeza.

Mirza Flores, de 36 años, le dijo que pronto estaría levantada y el regiomontano que hubiera cumplido 40 años este 9 de febrero le comentó que no se preocupara, que él iría en la camioneta por su hija Mirza Samantha, de 4 años, porrista del Club Broncos, en Valle del Nogalar.

Luego, el corpulento hombre pasaría por algo para la cena de ellos y sus otros tres hijos varones, de 14, 11 y 9 años.

Sentada en la sala de su casa en San Nicolás, Mirza recuerda hoy que Julio le llamó antes de llegar a un restaurante.

"Gorda, ya traigo a la niña, está conmigo", le dijo y la mujer, extrañada ante la llamada inusual, le dijo que estaba bien.

"Nunca me hablaba para decirme algo tan sencillo. Era la última vez", dice esta mujer alta, de tez blanca, ojos tristes.

"Como si dijera que la niña estaba con él, que la cuidaría".

Alguien llegó y le avisó de balazos y estruendos afuera del restaurante ubicado a cuadras de su casa.

"¡Allí están Julio y la niña!", gritó y pidió a vecinos que la llevaran.

Al llegar, Mirza vio torretas encendidas y, a lo lejos, la camioneta de su esposo, pero unos policías les indicaron que la niña y su marido estaban en el hospital.

Ya en Urgencias del Universitario, la joven ama de casa se encontró con el socorrista que había llevado a la niña y le dijo que ella estaba bien, pero en cuanto preguntó por su marido, el hombre bajó la vista. En eso ella descubrió a la distancia a Samantha, menuda y de ojos enormes, abrazada a una mujer policía.

"¡Samantha!", gritó y la niña corrió hacia ella.

"¡Mamita! ¡Unos hombres aventaron una bomba y mataron a mi papito!".

Mirza miró azorada a la niña y después a la mujer policía, quien asintió. Preguntó cómo fue y un policía dijo que Julio estaba revisando el radiador cuando se desató el ataque contra policías nicolaítas, por lo que corrió hacia la puerta del copiloto donde se encontraba su hija.

El hombre alcanzó a abrir la puerta y medio lanzarse para cubrir a la niña de 4 años justo cuando una granada estalló casi a sus pies. Las esquirlas se incrustaron exactamente en su femoral.

La niña, quien resultó lesionada con rasguños, ha contado que su padre expiró...

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