De Vino y Momentos / Paseo nocturno

AutorDante Ferrero

La noche era engañosa, se mostraba tranquila e impávida al asomarse entre los edificios, y aunque ya corría el mes de mayo, el frío solía ocultarse detrás de las torres y el viento aún soplaba aires gélidos de despedida.

Decidí caminar, salí de mi habitación y bajé desde el piso siete luego de ordenar un poco mi maleta; al día siguiente partiría temprano de regreso.

El conserje del hotel se despidió amablemente y se apresuró a abrirme la puerta que daba hacia la calle; sonreí, levanté la solapa de mi saco y ajusté el nudo de la delgada bufanda mientras avanzaba por la avenida.

A pesar de ser el centro de la ciudad, el tráfico había cedido y mis pasos podían oírse claramente en las amplias banquetas de aquella urbe.

Creo que salí sin rumbo, pero un par de cuadras más adelante recordé que en días anteriores pasé por un local que llamó mi atención; era un wine bar.

Decidí buscarlo; no soy muy bueno con las ubicaciones, pero sabía que estaba por ahí, así que luego de avanzar un par de calles más lo encontré.

Al llegar, me disponía a entrar cuando de repente se abrió la puerta y salió una pareja "embrujada" vaya a saber por qué vino. Nunca existí para ellos, sólo reían y no dejaban de mirarse. Creo que también se besaron; los vi alejarse felices; los observé durante esos segundos y luego simplemente entré.

Una escalera prolongada llevaba al segundo piso y una música envolvente se acercaba completamente decidida a atraparme.

Me senté en la barra, entre mucha gente. Nadie volteaba ni analizaba la situación, sólo yo los observaba en ese momento, antes de decidir cuál sería la copa que me daría calor.

Como era de esperarse, la carta de vinos constaba de muchas páginas con infinitas variedades y explicaciones, y me dispuse a leerla buscando algo que me llamara la atención. Les sugiero que se tomen ese tiempo si son amantes del vino para hacer una buena elección.

En estas ocasiones no suelo tomar los vinos que conozco, sino que trato de descubrir nuevas opciones, y si estoy en otro país, como en este caso, suelo probar algo de esa tierra.

Debo también reconocer que si bien siempre estoy dispuesto a experimentar con nuevos sabores, la madera de las barricas y sus efectos sobre el vino suelen atraerme aunque me resista. Y esta vez elegí un carignan o cariñena, una uva de la cual no escuchamos a diario y especialmente en vinos monovarietales. Con ella se logran vinos de intenso color y ricos en taninos, y si bien a veces resulta difícil su cultivo, en...

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