Guadalupe Loaeza / 'Douce France'

AutorGuadalupe Loaeza

Seguramente François Hollande, presidente de Francia, se fue feliz por su viaje a México.

Así lo vi, a medio metro de distancia en el Club France, donde pronunció un discurso lleno de optimismo y de buena voluntad para iniciar una nueva etapa diplomática, pero sobre todo "con una amistad de compromiso" entre Francia y México.

Me gustó su estilo, sencillo y muy cercano a la comunidad francesa. Éramos más de mil personas, todas apretujadas, en lo que suele ser el restaurante del club. Nos hizo sonreír varias veces.

Habló mucho del viaje de De Gaulle a México, hace 50 años, insistiendo en una nueva etapa y de las relaciones económicas, culturales y científicas que siempre han existido entre los dos países.

Puso mucho hincapié en los programas culturales, en becas a estudiantes mexicanos, mismas que piensa duplicar; en la importancia del Liceo Franco Mexicano, institución que ha educado durante 60 años, en el intercambio universitario entre la UNAM y Francia, en el interés que tenía de mostrar más cine francés en nuestro país, ya que en ese rubro nos hemos convertido en un verdadero ejemplo.

No pudo dejar de evocar a Salma Hayek, "actriz mexicana, mundialmente conocida, casada con un francés"; habló de la renovación de la Casa de México en París y de los programas de posgrado entre ambos países.

Nos anunció que se retomaría el año mexicano, "el que fuera anulado en otra época", para el 2016, alrededor de una gran exposición sobre México.

Por último quiso compartir con nosotros, "la nouvelle formule" para un nuevo entendimiento entre Francia y México.

"Así como De Gaulle dijo: 'Mano con la mano', ahora yo digo: 'Corazón con corazón'". En ese momento se escuchó, de todo corazón por nuestra parte, un aplauso fortísimo.

Mientras, a lo lejos observaba a Laurent Fabius, ministro de Relaciones Exteriores, quien se veía entre divertido y orgulloso de su Presidente.

Era tan cálida la actitud del Jefe de Estado francés, que la comunidad gala lo escuchaba con absoluto interés, e incluso hasta con afecto.

Lo más probable es que él también haya sentido esa misma cordialidad y respeto, ya que sonrió varias veces, con cierta complicidad frente a su auditorio.

Se mostró aún más amable y sin un ápice de protocolo, cuando llamó a Mario Molina, "cuyas investigaciones han servido para abrir los ojos al mundo sobre el peligro que significa el calentamiento global" para otorgarle, en nombre del Gobierno francés, la Orden de Caballero de la Legión de Honor.

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