Luis Rubio / Costo y beneficio

AutorLuis Rubio

México tiene dos economías que casi no se comunican, circunstancia que no vaticina un final feliz. La economía dual no hace sino causar estragos, y mientras más se posponga su integración, peor será el impacto sobre el empleo y el bienestar de millones de familias.

El dilema no es simple: por un lado, diversos mecanismos de protección y subsidio, que se perciben como política social, han fomentado un crecimiento constante de la economía informal y preservado una vieja industria manufacturera cada vez más obsoleta. Por el otro, la industria exportadora compite exitosamente con los mejores del mundo. La primera produce, quizá, el 20 por ciento del PIB industrial, pero emplea al 80 por ciento de la mano de obra en el sector.

Lo opuesto ocurre con la industria exportadora. Aunque sin duda hay corrupción en la asignación de subsidios y aranceles, el verdadero problema es que no se ha llegado a reconocer que la existencia de esta dualidad es la principal causa de la falta de crecimiento de la economía.

La revolución digital entraña una transformación radical del mercado de trabajo: en los países desarrollados hay profesiones enteras que han desaparecido del mapa, substituidas por computadoras. Según dos profesores de Oxford (www.oxfordmartin.ox.ac.uk/downloads/academic/The_Future_of_Employment.pdf), 47 por ciento de todos los empleos existentes podrían acabar siendo automatizados en las próximas décadas. Aunque en el corto plazo México pueda "cachar" algunos de esos empleos como lo ha venido haciendo, tarde o temprano, de manera inexorable, la automatización nos afectará.

Si uno lee la historia de la revolución industrial al inicio del siglo 19, lo notable es lo violento, en términos de dislocación económica, de la transición de la agricultura y actividades manuales hacia la automatización inherente a los motores operando con la fuerza del vapor (un gran libro para esto es "The Second Machine Age").

A dos siglos de distancia, es fácil minimizar la profundidad del cambio que ahí ocurrió, pero todo indica que lo de entonces no fue nada comparado con lo que viene. Aunque no tengo duda de que a la larga (casi) todo mundo saldrá ganando, no hay forma de ignorar dos hechos evidentes: la desaparición de una multiplicidad de empleos y la lentitud con que nuevas oportunidades comenzarán a nacer.

Ésa es una fuente de enorme preocupación y arroja dos preguntas clave: por un lado, si es posible atajar el golpe que viene, y por el otro, si el tipo de medidas...

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